viernes, 11 de mayo de 2012

La Casa


Las paredes tenían ese signo inconfundible que ostentan las casas que engendran hijos. Porque las casas donde nacen y se crían hijos son también las engendradoras de esas almas que llevan adheridos a la piel del espíritu todos los misterios de la vida de esa casa. Sin embargo esta casa, no tuvo la misma suerte de otras casas. Hoy se debate entre la vida y la muerte apenas sostenida por los matorrales que fijaron sus tapiales al suelo.Sus hijos ya no están y en su abandono, ha sido vilmente despreciada, vilipendiada, vejada, ultrajada.Una casa sufre todas esta clase de males por el sólo hecho de ser invadida por seres desalmados que estropean sus muros, saquean sus ventanales, desgajan sus plantas. Cuando se destruye una casa, por más que se vea abandonada, se aniquilan los valores que cultivó en sus tiempos de gloria y eso significa despreciar la conciencia de quienes fueron sus moradores. A esta casa, mientras llora en silencio sus penurias, un niño le arroja una piedra tomada de sus muros derruidos. Sin dudas, un niño sin casa.


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