lunes, 4 de febrero de 2013

Desacuerdo




Siempre hablaba del amor, toda su verba estaba impregnada de amor, sus poesías, sus cuentos, todo hablaba de amor; pero no lo conocía. Su vida era un vacío, un recoveco de fracasos sin una hendija por donde se filtrara el sol. No conocía la suavidad de las caricias, la humedad de los besos dados con pasión, ni siquiera la indecisa identidad genética que tienta a buscar el placer.
Por más que se intente tecnificar el mundo, los robots literarios no deberían fabricarse.

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