Aguardaba con ansiedad expectante la llegada de los reyes magos. Puso sus zapatos en la ventana y permaneció despierto toda la noche, aunque haciéndose el dormido para no despertar sospechas.
Lo traumático vino después:  cuando descubrió al psicólogo Gaspar atando el camello a la reja del geriátrico.


 
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