sábado, 24 de noviembre de 2012

Olimpo

Estaban todos: amigos, enemigos, contrincantes, hijas e hijos propios y putativos, pacíficos y temerarios, propiciantes y arrebatadores, todos. Los dioses, en sínodo universal y secreto, deliberaban acerca del futuro de sus respectiv
os reinos.
La situación más preocupante que dominaba el conciliábulo, era el avance avasallador del monoteísmo.
Cuando Zeus se paró para tomar la palabra, un largo y estrepitoso trueno comenzó a vomitar rayos de fuego en todas las direcciones. Un águila de bronce de alas desplegadas se posó en el báculo de roble del profeta, y desde una zarza ardiente que ardía sin consumirse, una voz llamó al patriarca.
 

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