lunes, 16 de enero de 2012

La víspera


Cuando escuchó sonar las campanas, inmediatamente pensó en su muerte.
¿Cómo sería su muerte? ¿Habría, tal vez, esa atmósfera pesada latiendo en reverberaciones de una tarde de verano, o quizá un viento revoltoso luchando con los árboles caducifolios para dejarlos a la intemperie? No, es probable que fuera en invierno, porque es entonces cuando la vida se apachurra y queda a la defensiva, jugando su suerte  a cada latido.
-Pero… ¿si fuese en primavera? –se preguntó en voz alta-, ah! sería de muy mal gusto, un contrasentido-, prosiguió con su análisis.
-No, no es posible –se dijo a sí mismo
Mientras las campanas seguían batiendo su pregón de bronce, alguien, poco cortés en sus formas,  golpeó la puerta con violencia.
Afuera sopla un viento revoltoso, y los árboles caducifolios han quedado a la intemperie. El invierno está a las puertas.

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